pensando en el tiempo que dejé escapar,
en los amaneceres amargos, tan faltos de calor
y en esas noches descuidadas,
que se desbocan buscando tu reflejo
entre los charcos tintados de miserias,
donde el rozar del crepitar del ocaso,
enciende los candiles ciegos de tempestades,
que iluminan la senda plantada de cipreses,
por la que Caronte me lleva.
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