Hoy he visto sonreír a la luna,
mientras yo danzando en su espalda
tejía versos en el abismo de los sueños
en los que anda mi alma
añorando el resoplar de los días
que tu no estas conmigo.
Yo lanzaba besos al horizonte,
con la vana esperanza de acariciar tu alma,
de enredarme en tus caderas,
antes de aletargar esos ojos
por los que los míos suspiran.
Beso a beso, nuestros cuerpos se acercan
entonando el dulce canto
de este deseo perenne,
que consume el metal
como si fueran rastrojos vivos,
haciendo sol el infierno
con el calor del rozar de tu mirada.
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