miércoles, 28 de septiembre de 2022

Y al final me encontré

Me desperté en la vereda del camino, 
embarrado hasta la sien 
y con el corazón herido. 
Me desperté como el que huele a vida, 
a viento recién mecido, 
a lluvia sobre la acera. 
Me desperté cansado de morir día tras día, 
de ver descarrilar ríos de tinta 
entre mis manos desvestidas de sonrisas, 
cansado de los gritos sordos 
y de las palabras vacías.
Me desperté si 
y en el zaguán desnudo, 
tan solo aroma a rocío 
y versos recién paridos, 
que saliendo a borbotones de entre las veredas, 
se tornaban primaveras,
tintando los zarzales 
con el color ausente de los amaneceres. 
Me desperté mil veces, 
encarando los infiernos, 
recordando esas noches perdidas, 
que dando patadas a la luna 
forjaba los inviernos 
para colgarlos de mi pecho, 
mientras la ventisca danzaba 
sosegando las ascuas del tiempo. 
Me desperté y esperé el aguacero, 
que cosido a las nubes, 
venía pintando los charcos 
donde las incautas flores, 
sembraban ignorantes 
la llegada del otoño. 
 Y al final me desperté. 

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