Me encanta sentir

Me encanta sentir los olores 

de esos días nublados

que reposan sobre abedules, 

encendiendo y desarmando 

los corazones inertes, 

que encaramados al andamio 

se resignan y enmudecen 

con esos atardeceres infieles,

que se acuestan desquiciados 

esperando los abrazos

de ese sol embustero

que descorcha los placeres 

cuando no quiere tenerte.

Texto y foto: @poemasencerrados

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Llegó la lluvia

Llegó la lluvia 

disfrazada de enero, 

que desquiciando los inviernos 

despeina la maleza distraída 

que puebla las tejas desdentadas, 

y enciende los sueños

de las primaveras sedientas. 

Esas, que tras el despertar tardío, 

dibujan las tormentas,

y olvidan las madrugadas ciegas,

donde la noche sin tierra

devora las vidas cobardes 

de los que se atreven a perecer 

ante el atardecer fugaz, 

de esas huellas tatuadas

en el polvo del olvido, 

que se desperezan recelosas 

cuando el sol 

desahucia los estíos 

y las flores lloran su ausencia.

Texto y foto: @poemasencerrados

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Sin arnés

Sin arnés, ni cuerdas, 

ni una puta red, que pare la caída. 

Así vamos abriendo los cerrojos 

de esas noches tan locas, 

en las que esas miradas 

descaradas y de trotar baldío,

se disfrazan de alboradas

por debajo de tus bragas. 

Allí, donde nos sobra la ropa 

y no nos faltan las ganas, 

el sol nos encuentra, 

fundidos y engarzados

esquivando la guadaña,

de la que trae el silencio 

y las eternas mañanas.

Texto y foto: @poemasencerrados

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Se desbordan

Se desbordan las tinieblas

sofocando al sol rendido, 

que se desliza entusiasmado 

entre las fosas anónimas, 

que despistan las miradas 

de las estaciones dormidas, 

y perdiendo la vergüenza 

se trabaja con descaro 

la sonrisa a media boca 

que engalana los faldones,

de cuando la luna estaba loca 

y el sol se moría por verla.

Texto y foto: @poemasencerrados

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Bebiendo de los charcos

Bebiendo de los charcos 

donde desaguan los vientos, 

desnudo las cicatrices 

de las aceras grises 

por donde vienen los suspiros 

cargando esos matices, 

que tímidos ansían 

el despuntar de amaneceres, 

y que enjaulados se entretienen 

adoquinando con versos 

las veredas despobladas, 

donde el silencio reniega 

de los poetas heridos, 

que atizando los rescoldos, 

acampan sin permiso 

en las camas ajenas, 

barriendo los guijarros 

de corazones partidos.

Texto y foto: @poemasencerrados

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