que no me dejas ver el viento,
ese mismo que encaramado a su pelo,
galopa desbocado sin rumbo ni concierto,
tatuando los colores por debajo de su ombligo
y talando en cada trote,
las ilusiones perennes, las ilusiones perdidas,
las mismas que dormitan entre el zaguán
y anudan los atardeceres,
mientras las acacias
van vomitando esperanzas
encharcando los océanos,
que cansados de fluir encabritados,
orean con su agonía, el devenir incierto de los sueños,
que agarrados a su melena
van pintando los renglones escondidos del alma
y revuelven entre el serrín, buscando las entrañas,
para enhebran el querer de amanecer encaramado a su alma,
y soñar navegar entre tus labios.
Aparta sol, que no veo las nubes....
y herrar los suspiros,
que cansados de mirar al cielo,
trenzan el ramaje de los corazones sinceros,
de esa vida incandescente,
tan helada, tan lejos de sus miradas,
esas que a horcajadas arañan el trigal,
buscando en los amaneceres,
los rescoldos perennes de este amor,
que tan grande pintó mi vida,
arañando mi corazón
y haciendo autopistas
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